martes, 10 de marzo de 2009

Insatisfacción en Shortbus

En Shortbus (John Cameron Mitchell, 2006) se desarrolla una historia coral de gente con problemas afectivos y sexuales. Más afectivos que sexuales aunque aparentemente sea el sexo el motor de la película. Y eso es lo que la hace ser más interesante y menos vacía de lo que podría suponer.

El club llamado Shortbus es el local donde el sexo fluye sin prejuicios. Donde la pareja gay que busca experimentar con terceros descubre los lazos que les unen. Donde la terapeuta anorgásmica observa, es observada y aprende a relajarse. Se folla mucho y se conversa más aún, así que la película puede resultar pelín snob.

Pero es que no es una película que pretenda provocar mediante el sexo explícito, que lo tiene, sino mediante la exposición de preguntas y deseos normales y cotidianos: la necesidad de afecto, la comunicación entre parejas, el ansia por liberarse... Que la desinhibición sexual sea la respuesta es la base, quizás algo ingenua, de la película. Pero también creo que su mérito, ya que presenta el sexo como una actividad tan natural y tan desprejuiciada que da gloria ver cada escena -especialmente la genial autofelación.


De entre todos los personajes, destaca Severin (Lindsay Beamish) una Dómina profesional bastante aburrida de su trabajo que busca la estabilidad amorosa. Su apariencia dura y antipática esconde un corazoncito así de tierno que desea llenar. Pero no lo tiene fácil porque porque paradójicamente el amor tiene más reglas y tabúes que el sexo.



No hay comentarios: